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Miel orgánica, sustentable y justa desde Chiapas

Suena bien, pero ¿qué quiere decir que una miel sea sustentable, justa y orgánica? y ¿qué significa que en México se esté produciendo este tipo de miel? Hace seis años, en 2014, cerca de 300 productores agrupados en cinco cooperativas, se unieron en Chiapas. Estos apicultores tenían en común buenas prácticas con el entorno y especial interés por su conservación. Hoy, son dueños de su propia empresa y producen miel certificada como orgánica, así como delicadas mieles diferenciadas (monoflorales). Su miel es precisamente sustentable, justa y orgánica.

La existencia de la Red de Productores Apícolas del Estado de Chiapas (PROADECH) es un ejemplo de como en México puede producirse miel que sea exquisita, con tonos de sabor únicos, y saludable, por ser miel 100% natural y contener todas sus propiedades nutricionales, pero que además su consumo beneficie directamente la economía de quienes la producen (pequeños productores de comunidades chiapanecas), y que las zonas donde se produce, estén conservadas y protegidas.

Actualmente, la red de apicultores tiene 246 integrantes de esta red, de los cuales, 157 son hombres y 89 son mujeres (el 35%). La mayoría de los miembros son indígenas, pues el 80% de los miembros y pertenecen a los grupos tzotzil, tzeltal y chol.

Miel que protege el territorio y cuida la biodiversidad 

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Además de aplicar “buenas prácticas” de producción en sus apiarios, orientadas a asegurar un proceso de producción sostenible y respetuoso con el ambiente, los miembros de PROADECH se dedican a labores de recate de semillas de plantas nativas, que crecen en invernaderos y luego usan para reforestar las áreas próximas a sus apiarios. Es decir, en la medida en que esta red prolifere, habrá más superficie natural conservada, lo cual sería una gran noticia no solo para las regiones donde se encuentran activos sus apicultores, también para todo el país y, en otra medida, para el planeta.

Los miembros de la Red de Productores Apícolas del Estado de Chiapas entienden que su economía está íntimamente ligada a la conservación de los ecosistemas circundantes. Por esta razón, y además de sus prácticas ecoamigables de producción y reforestación de zonas degradadas, también han implementado programas de educación ambiental en las escuelas de la localidad, y campañas comunitarias para el manejo inteligente de residuos y deshechos. Por estas razones todas las mieles que produce PROADECH están certificadas como productos “amigables con la biodiversidad”.

Una miel 100% natural y por lo tanto una miel saludable

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Contrario a lo que ocurre con frecuencia en la producción industrial de alimentos, la PROADECH recalca entre sus propósitos no solo el cuidado del entorno natural, de su fauna y flora, también hacen explícito su compromiso con la calidad de su miel y con la salud de quien la consume: “Ponemos a su disposición miel de abeja 100% natural, sin mezclas ni alteración física o térmica que afecte las propiedades nutricionales que la miel aporta al organismo”. Además, advierten “(Nuestros productos se analizan) para constatar que nuestra producción está libre de residuos de pesticidas organoclorados y organofosforados y por tanto nuestros productos son saludables.”

Lo anterior adquiere particular valor si consideramos que increíblemente se calcula que el 30% de la miel que se comercia mundialmente en el mercado, ni siquiera es miel. 

Mieles mexicanas de ensueño

Además de su miel certificada como orgánica, y una miel multifloral de uso común, la PROADECH, vía su marca Apliflor, produce y comercializa cuatro mieles diferenciadas según su tipo de floración: campanita, canelo, cafetal y mangle. Esto quiere decir que las abejas que las producen solo se alimentan de flores de una u otra planta, es decir monoflorales. Por eso, cada una de estas mieles diferenciadas tiene un sabor único, muy distinto entre sí, y que ofrecen una experiencia extasiante, o al menos híper estética, a quien tiene la fortuna de probarlas.

Para lograrlo, deben aplicarse minuciosos procesos durante la extracción y envasado, así como pruebas de análisis posteriores para confirmar que efectivamente cada miel diferenciada corresponde exclusivamente a cada uno de los cuatro tipos. En pocas palabras, cada miel de Apiflor está comprometida con el sabor, con la nutrición y salud, con el medioambiental y con el bienestar de sus productores.

En Suum te invitamos a consumir sensiblemente, es decir, a considerar cuál es el impacto social y ambiental de los productos que adquieres. Por eso aquí promovemos productos y servicios que, como Apiflor, no solo son de gran calidad, y en ese sentido son buenos para ti, también benefician a México, a sus comunidades y pequeños productores.

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La historia de un café justo y sostenible en México

Hace poco más de treinta años comenzó en Oaxaca una historia increíble que muchos mexicanos no conocen aún. Miles de pequeños productores decidieron unirse para producir y comercializar su propio café, bajo un esquema de comercio justo y producción sustentable.

Así se creó en 1989 la Coordinadora Estatal de Productores de Café de Oaxaca (CEPCO), que desde entonces ha procurado fomentar el desarrollo sustentable y mejorar la calidad de vida de sus familias. Hoy, La Organización & Organic Coffee es la marca que reúne a 42 cooperativas y 4 mil 300 pequeños productores oaxaqueños de café. Gracias a ella miles de familias tienen hoy una mayor calidad de vida, y las seis mil hectáreas que cubren las parcelas de estos pequeños productores están protegidas, pues son tratadas de manera sostenible.

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Algunos pequeños productores, como don Félix, se han asociado en diferentes cooperativas para, organizados y unidos, obtener un mejor precio de venta por su café.

Un café bueno para el entorno, para las comunidades que lo producen y para quien lo consume

La caficultura sostenible ofrece beneficios al medio ambiente, ya que su cultivo bajo sombra mantiene áreas con vegetación que pemiten la conectividad de hábitats, regulan los microclimas, contribuyen a la captación de agua y de carbono y frenan la erosión en las partes altas de las cuencas. La apuesta de CEPCO por el medio ambiente incluye además elementos productivos, sociales y económicos, ya que consideran que los recursos naturales deben ser manejados por las comunidades campesinas, integrando también a mujeres y jóvenes.

Pero las bondades de esta historia no terminan ahí, ya que esta organización no solo impulsa la economía social y el bienestar de sus productores, además de cuidar el medio ambiente y proteger la biodiversidad; también, gracias a esto podemos disfrutar de un café arábiga de sombra, orgánico, cultivado con cariño, cuidadosamente tostado y molido, y amigable con las aves (bird friendly).

 

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¿Por qué es importante favorecer el comercio justo al momento de elegir un producto?

Las campanas del libre mercado resonaron con gran fuerza sobre todo en la segunda mitad del siglo pasado. Como si las libertades individuales culminaran y fueran equiparables con el libre mercado, los organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial y economistas como Milton Friedman y Friedrich von Hayek promovieron el neoliberalismo como una panacea y última corona de las libertades.

Sin embargo, como anunciaban algunos intelectuales como Wallerstein, el capitalismo del neoliberalismo sería insostenible porque la ambición por sí misma es desmedida y debe ser regulada (lejos del distanciamiento del Estado que promueve el neoliberalismo). Otro gran ingrediente del neoliberalismo que lo hace insostenible es que se inhumaniza, se vuelve abstracto. Estos supraelementos que son las corporaciones, que se desmenuzan en las bolsas de valores sin pertenecer aparentemente a nadie, hacen que la influencia de estas sea ubicua y a la vez de nadie. Una supraentidad a la que se obedece, se le teme, pero no se le conoce.

Mientras las especulaciones y el lobby en los sistemas políticos favorecen a ciertas empresas, el verdadero mercado, las personas de carne y hueso son dejadas atrás por la liberación de capitales que suelen beneficiar a pocos: los afortunados que saben jugar ese juego por cultura, ambición, perspicacia y en pocos casos, por el azar. Mientras los precios internacionales de los granos fluctúan, por ejemplo, en relación a los grandes productores del mundo, los campesinos locales deben adecuarse a estos cambios aunque estén completamente excluidos de esa dinámica.

Es decir, las reglas que rigen el libre mercado están verdaderamente lejanas a las economías locales a pequeña escala y el neoliberalismo promovido desde muchos gobiernos busca abarcarlo todo, llegar a los más mínimos y recónditos espacios para integrar su dinámica supuestamente buena para todos. Pero, en el caso mexicano, que adoptó las medidas de organismos internacionales como el Banco Mundial, la pobreza persiste desde hace 30 años en los mismos niveles (la mitad de la población), fenómeno que se repite en otros países igualmente endeudados con los organismos internacionales y enfrascados en la falta de oportunidades para sus habitantes, que siguen esperando las promesas del neoliberalismo.

Ante esto, hay quienes voltean a ver a lo pequeño; no los cambios radicales del sistema, sino eso que apenas se va abriendo paso en una sociedad: una mayor conciencia en numerosos aspectos, incluyendo el consumo. La economía solidaria o el comercio justo van creciendo paulatinamente, sin escándalos y con una fortaleza que viene de su legitimidad.

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¿Qué es el comercio justo?

La economía solidaria o comercio justo es un tipo de economía: una forma de producción, consumo y distribución de la riqueza centrada en la valorización del ser humano y no en la priorización del capital.

Sus principales virtudes:

  • Garantizar a los productores y productoras un salario y unas condiciones laborales justas.
  • Asegurar que los niños y niñas no sean explotados; estos pueden ayudar a sus familias, pero en ningún momento se pondrá en riesgo su desarrollo y se asegurará su educación, descanso y el ocio propio de su edad.
  • Las organizaciones productoras deben destinar una parte de sus beneficios a las necesidades básicas de sus comunidades: sanidad, educación, agua, saneamiento y seguridad alimentaria. El comercio justo debe contribuir al desarrollo de toda la comunidad.
  • El funcionamiento de las organizaciones productoras debe estar basado en la participación y la democracia y velará por la igualdad entre hombres y mujeres.
  • Las relaciones comerciales se basarán en el diálogo, la transparencia y el respeto mutuo, asegurando que estas relaciones sean a largo plazo y garanticen el pago una vez formalizado el contrato.
  • La producción se realizará garantizando la protección del medio ambiente.
  • Los productos de comercio justo serán elaborados bajo normas de calidad.

 

¿Por qué favorecer el comercio justo?

Cuando compramos comercio justo solemos favorecer a los pequeños productores, que son justo los que producen en pequeñas escalas, lejos de los procesos industriales tan dañinos. Es decir, los productos de pequeñas cooperativas o campesinos suelen ser mucho más sanos porque, además, deben cumplir ciertos requerimientos de calidad. De esta manera ayudas a que los grandes consorcios no sean los únicos que venden alimentos, por ejemplo, sino que también exista un mercado alternativo que produce alimentos más sanos y desde técnicas tradicionales.

Uno de los grandes problemas del capitalismo neoliberal es que la repartición de la riqueza en la cadena de producción suele ser poco equitativa y más aún, cuando los precios están globalizados. De esta manera, los más marginados han creado con el comercio justo una forma de participar en el capitalismo desde un mercado más informado y consciente, que persigue intereses de justicia y responsabilidad social además de individuales.

Cabe advertir que no todos los productos etiquetados como comercio justo son realmente auténticos. Está probado, por ejemplo en el documental Oro negro, cómo cadenas como Starbucks, Procter & Gamble, Nestlé y Kraft, quienes controlan más de 50% del mercado de 80 mil millones de dólares que genera la industria del café, en realidad abusan de este tipo de conceptos y compran el café a minúsculos precios a los productores, pese a etiquetarse como comercio justo.

Como siempre, quizá la mejor forma de que puedas asegurarte de que el producto que compras sea realmente de comercio justo es que provenga de productores locales cercanos. Recuerda: mientras más se aproximen los productos a la producción a pequeña escala y cercana a tu comunidad, serán más auténticos.

 

Reproducimos esta nota con autorización de ecoosfera.com

7 claves para que México sea un país sustentable

Para que México sea un país sostenible es necesario un esfuerzo conjunto. El desarrollo sustentable no sólo abarca el concepto amplio de desarrollo respetuoso con el medio ambiente, sino que también se centra en el desarrollo socialmente justo. Una sociedad más justa se puede alcanzar contribuyendo desde formas individuales, y exigiendo de las instituciones acción y conciencia en este rubro.

Nuestro país es una región megadiversa. Según el Environmental Performance Reviews de la OECD, “se estima que en México se encuentra representado el 12% de la diversidad terrestre del planeta. Ocupa el primer lugar en el mundo en riqueza de reptiles, el segundo en mamíferos y el cuarto en anfibios y plantas”. ¿No crees que vale la pena preservar tan importante patrimonio? Podemos hacerlo aprendiendo más sobre sustentabilidad, y la educación formal e informal es un fuerte catalizador.

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El bienestar de futuras generaciones

El concepto de desarrollo sustentable (o sostenible) remite al propósito de mejorar los modelos de producción, a modo de satisfacer las necesidades actuales, sin comprometer el bienestar de las generaciones futuras debido a un manejo inadecuado o irresponsable de los recursos existentes. Los objetivos que comentó el director del Earth Institute de la Universidad de Columbia, Jeffrey Sachs, para que México tenga un desarrollo sostenible, son:

Acrecentar el bajo uso de energías renovables, romper con el alto nivel de desempleo, superar el poco uso de Internet y combatir la alta inseguridad que impera en el país; además de lograr algunas de las metas establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), entre las que se encuentran: ganar el combate a la obesidad, aminorar la alta desigualdad e incrementar la investigación.

Así, para asegurar el bienestar de futuras generaciones es necesario hacer elecciones más conscientes desde ahora, atender nuestro presente.

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El desarrollo sostenible es un compromiso que tanto los países avanzados como los rezagados consideran prioritario. A continuación puedes ver una lista sucinta de las claves para que México sea un país sustentable junto con las demás naciones:

 

1. Uso responsable y eficiente de recursos, principalmente el agua. A veces parecen obviedades, pero no está de más recordar que el agua es vital y que el tratamiento de aguas negras es fundamental para proteger ríos y mares, así como para el campo y la salud pública en las ciudades. En este rubro, la capital mexicana es un ejemplo de descuido y uso desmesurado del agua, dejando de lado que se trata de una urbe que consume este líquido desde otras regiones aledañas (como es el caso de la cuenca Amanalco y el Valle de Toluca), donde muchas otras localidades no cuentan con la cantidad básica de agua. Este es, sin duda, uno de los problemas más graves en México y a nivel mundial. Al país le urge tomar medidas inmediatas, tanto para hacer conciencia en la población como para emitir soluciones sostenibles a la escasez de agua, por ejemplo, con el uso de nuevas tecnologías que captan el agua de lluvia.

Por otro lado, es bien sabido que la empresa privada lidera el mayor consumo y contaminación de agua en el país. En este contexto, el gobierno mexicano debe emitir medidas contundentes y coercitivas para detener el problema, y no permitir que las transnacionales acaparen este recurso natural que pertenece a la población.

 

2. Uso de energías verdes y tecnologías limpias. Para reparar los daños que causa la contaminación, las tecnologías limpias deben incorporarse y ser asequibles para más y más habitantes. La energía solar, eólica, e incluso la energía nuclear bajo altos estándares de supervisión, pueden ser una alternativa a los combustibles fósiles. El gobierno mexicano debe priorizar el uso de energías limpias en el sector público, y exigir a la empresa privada que reduzca su impacto ambiental al mínimo con el uso de tecnologías inteligentes, así como verificar que se hagan efectivos los bonos verdes. La empresa privada es uno de los agentes mas contaminantes de los ecosistemas en México; urge priorizar su revisión y adecuación hacia un futuro sostenible.

 

3. Protección de comunidades regionales y de la biodiversidad. El cambio climático impone retos para preservar tanto el patrimonio natural como humano de algunas culturas indígenas, quienes muchas veces viven de la agricultura y los bosques, y al alterarse los ecosistemas o estar más vulnerables a desastres naturales, su subsistencia se ve afectada. Por otro lado, son las etnias indígenas y las comunidades locales quienes, en su mayoría, preservan la biodiversidad de su territorio, con cuidados ancestrales o técnicas innovadoras y sustentables en conjunto con las autoridades locales. A México le toca reforzar estas prácticas sostenibles que están liderando las localidades, haciendo uso de las leyes correspondientes para beneficiar a estos grupos.

 

4. Reciclaje. Hace falta darle un mayor peso a la separación de basura y el reciclaje, pero sobre todo hace falta fabricar más cultura en torno al tema. Reutilizar materiales de uso masivo (plástico, cartón, fibras sintéticas, etc.) es fundamental para la sustentabilidad. Clasificar los residuos y restringir el consumo de productos no biodegradables es algo en lo que todos podemos contribuir. En el caso de la Ciudad de México, grandes cantidades de basura se infiltran por las redes del alcantarillado, provocando masivas inundaciones. En las costas, existen muchas playas cuyos tóxicos por contaminación de basura son altos, sin mencionar que la cantidad de plástico que inunda los océanos podría llegar a ser mayor que el número de peces para el año 2050. Las consecuencias van desde riesgo de especies en extinción hasta intoxicación humana por consumo de animales marinos.

 

5. Reparación de daños al medio ambiente. No basta con pensar a futuro. Resarcir y reparar los daños en algunos hábitats aún es posible, al igual que rescatar y proteger especies animales, así como plantas. Para ello el rigor científico es definitivo; se debe involucrar a especialistas en iniciativas privadas y gubernamentales y asesorar a la comunidad para salvar especies, proteger ecosistemas, reforestar o devolver la vida a los suelos degradados, entre otras muchas acciones ambientales donde todo ciudadano puede estar involucrado.

 

6. Mejorar la calidad de vida de la sociedad. Como ya habíamos mencionado, sin educación, formal e informal, la calidad de vida se pone anémica. Es decir, tanto en la escuela (sin importar el grado de escolaridad) como en otros espacios de diálogo e intercambio de información, la calidad de vida sostenible debe ser una aspiración legítima para cualquiera, sin importar la clase social.

 

7. Retomar, impulsar y proteger el campo. Sin duda, el paso máximo de México hacia la sustentabilidad reside en el campo. Una práctica milenaria, la fuente de alimento de millones de personas y un sector que enfrenta numerosos retos en cuanto a calidad y apoyo a la industria local. En este contexto, el gobierno mexicano debe implementar medidas de apoyo e impulso a la producción local, es decir, a las comunidades que viven de esta práctica. Por otro lado es primordial hacer énfasis en el consumo responsable, privilegiando los productos locales, artesanales o con el sello Hecho en México, empoderando de esta forma la producción nacional a pequeña y gran escala.

 

 

Esta nota fue originalmente publicada en ecoosfera.com

¿Por qué amar a México a través de experiencias y no lugares?

Alerta una peculiar teoría naturalista que el hombre es el reflejo del ambiente en el que vive. Sea por la estrecha relación de las condiciones meteorológicas con la salud y fisiología, o en tanto que su geografía define ciertos modos culturales de extenderse en el espacio; el hombre puede ser el clima y el territorio que habita en la medida en que se funde con ellos.

Resulta interesante conectar esta concepción con México y sus mexicanos: un México donde los climas son distintos y dispersos, y donde la cantidad de escenarios discrepantes contrastan la belleza de una diversidad biológica y cultural que en esencia es innata. Desde la más límpida geografía de sus desiertos y la espesura de un valioso bosque mesófilo, hasta los fortísimos vientos que cruzan ambas superficies; las incontables veces que la lluvia se apropia del territorio y le vuelven tropical por excelencia; un territorio que se sabe abrazado por una extensa cordillera de montañas, muchas de ellas de esencia sulfurea. Así se describiría a grandes rasgos también el mexicano.

Reconocer, por consecuente, que en México las experiencias las protagonizan no solo los espacios, sino la leyenda, la ofrenda, los lenguajes y las muchas máscaras del mestizaje –tan rico en formas étnicas como en mezclas cuasi-occidentales–. Que los mexicanos somos nuestro lugar, en la medida en que rendimos culto a los bellísimos procesos de la naturaleza (y damos gracias en miles de formas y tradiciones populares), a veces de manera inconsciente, y descubrir que las bases de toda filosofía antigua mexicana –la del México profundo–, se sujetan de fenómenos psico-climáticos de corte mágico, porque “las causas iniciales [de todo aprendizaje] están en el ambiente y permanecen allí” (Skinner).

Partiendo desde este umbral es fácil conectar con la idea de que México es, más allá de un destino turístico para contemplar, una suerte de anima difusa que no se ve, pero se vive y experimenta distinto en cada paisaje mexicano y en cada psique según su nacionalidad.

Encaminándonos a la franca premisa que defendemos en el título de este texto –¿Por qué amar a México a través de experiencias y no lugares?– las razones por las que se reconoce a México no son del todo geográficas o folclóricas (entendiendo esta palabra como lo comunitario, cultural e incluso teológico). Éstas comparten lugar también con el espectro axiológico; con el anímico, el metafórico, el cosmogónico, el onírico, el ritualista, el caótico y el sensible también, pero sobre todo con el axiológico. Aquello es fundamentalmente su riqueza.

Como bien evidenció alguna vez Carl Lumholtz, etnógrafo y explorador noruego, en su libro México desconocido, nuestro territorio ofrece irrevocables tesoros esencialmente en su comunidad y sus valores. En esas gentes que, permeadas de una gentileza asombrosa, nos comparten sus secretos de cultura cada vez que visitamos un rincón de México: “Encuentro a los mexicanos más corteses que ninguna otra nación de aquellas con que he estado en contacto”, decía, y añade:

Todo el que viaje a dicho país bien recomendado, y se porte como un caballero, puede estar bien seguro de quedar agradablemente sorprendido de la hospitalidad y solicitud de todos, altos y bajos, y de que no es una vana frase de cortesía la empleada por el mexicano que “pone su casa à la disposición de Ud.”

      Guanajuato es una ciudad con tantos detalles como historias.

Así como el prestigiado Lumholtz destacó esta notable virtud de la tierra mexicana, autores como Antonin Artaud, Jack Kerouac o el admirable Fernando Benitez, evidenciaron en sus diarios de viaje esas otras riquezas que subsisten en México, y que solo el sensible será capaz de aprender de ellas, una vez montado en su travesía por México:

“Centro del opio del Nuevo Mundo, comí tortillas con carne en la selva, en cabañas de palos a la africana, con cerdos frotándose contra mis piernas; bebí pulque puro de un cubo, recién traído del campo, de la planta, sin fermentar, la leche pura de pulque te hace reír, es la mejor bebida del mundo. Comí frutas desconocidas, erenos, mangos, de todas clases. En la parte trasera del autobús, mientras bebíamos mezcal, canté bop para los cantantes mexicanos que sentían curiosidad por saber cómo sonaba; canté Scrapple from the Apple e Israel de Miles Davis”, escribió en una carta Jack Kerouac a William Burroughs, cuando pasó por Culiacán.

En otro momento, escribía Antonin Artaud, a propósito de su viaje a la Sierra Tarahumara, que:

“La cultura racionalista de Europa ha fracasado y he venido a la tierra de México para buscar las bases de una cultura mágica que aún puede manar de las fuerzas del suelo indio… La mitología de México es una mitología abierta. Y México, el de ayer y el de hoy, posee también fuerzas abiertas. No es necesario indagar demasiado sobre un paisaje de México para sentir todo lo que sale de él. Es el único lugar del mundo que nos propone una vida oculta, y la propone en la superficie de la vida.”

Tomando en cuenta estas nobles razones quizá tu próximo viaje a través de México te regale otra perspectiva. Una perspectiva, sin duda, dotada de valores de cultura.

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*Imágenes: 1) Rosa Merman – flickr / Creative Commons; 2) Israel Gutiérrez; 3) flickr – Creative Commons; 4) Archivo Más de Mx; 5) Collage de Jaen Madrid

 

Esta nota fue originalmente publicada en masdemexico.com

Consumir responsablemente hace una gran diferencia para el planeta y sus habitantes (aquí te lo demostramos)

Conscientes de ello o no, siempre somos responsables de lo que consumimos. Tal vez no lo asumimos así, pero siempre recae en nosotros la responsabilidad sobre las consecuencias de adquirir un bien o servicio. Si no nos informamos de los procesos que dan lugar a cada una de las cosas que decidimos comprar, estamos pasando por alto la posibilidad de que estos, en realidad, estén afectando negativamente al medio ambiente o a un grupo social específico.

Pero, aunque el ejercicio se presenta como exhaustivo y, en algunos casos, prácticamente imposible, hay pequeñas acciones que puedes realizar para responsabilizarte activamente de tu consumo. Por otro lado, lo primero que hay que entender es qué significa el consumo responsable y qué implicaciones positivas tiene para el medio ambiente y las personas.

Consumo responsable es adquirir sólo lo que verdaderamente necesitas

Si lo reflexionamos un poco, es fácil notar cuáles de las que cosas que hemos consumido en un día eran en realidad innecesarias. Desde la caja con paquetitos individuales de galletas hechos de plástico, la botella de agua, el periódico que dejamos a medio leer, y hasta los zapatos nuevos que estaban en oferta. Pocas de las cosas que poseemos y adquirimos en el día a día son realmente importantes para nuestra supervivencia.

Y aunque el consumo responsable no se trata de dejar de consumir cosas simplemente porque nos complacen, sí se trata de reducir, tanto como sea posible, las pequeñas compras que no se necesitan y que sólo satisfacen antojos o impulsos inmediatos. Vale la pena invertir en pocos objetos, pero de buena calidad, que van a durar más tiempo y que realmente podremos aprovechar. Y, en este sentido, es importante consumir menos, para producir menos basura y contaminación.

Si no eres consciente de las implicaciones para el medio ambiente, no es consumo responsable

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Hay que tratar de elegir bienes y servicios que favorezcan al medio ambiente. Para lograrlo, a veces tenemos que rastrear las historias de los productos, los medios por los cuales fueron hechos y la forma en que se extraen sus materias primas. Los productos industrializados suelen estar empaquetados y su producción y distribución conlleva grandes emisiones de gases de efecto invernadero.

Por otro lado, muchas industrias contaminan el agua y para extraer materias primasexplotan de forma desmedida al medio ambiente. Hay que investigar si las cosas que consumimos tienen un impacto ambiental muy grande, cómo inciden en nuestra propia huella ambiental, si son de buena calidad o si los tendremos que desechar pronto y, si acaso, la forma en que extraen recursos es verdaderamente legal, no sólo sustentable.

Son buenos indicadores que las empresas, organizaciones o personas que producen lo que consumimos estén apostando por reducir impactos, usando materiales reciclables o reutilizables. También que prefieran producir objetos orgánicos o biodegradables. Esto también aplica para los servicios. También podemos medir el impacto ambiental de las actividades turísticas, de entretenimiento, etc.

Para ser consumo responsable debe ser socialmente responsable

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Por último, es muy importante informarnos sobre las condiciones laborales que rodean a los productos que consumimos. Estas deben relacionarse con la búsqueda de equidad social y respeto a los derechos humanos. El concepto central aquí es el consumo justo y solidario. Es mucho más fácil propiciar ese tipo de consumo cuando se acorta, tanto como sea posible, la distancia entre los productores y los consumidores. Muchas veces los intermediarios provocan que los consumidores gasten mucho y que los productores ganen muy poco. Además, tenemos que asegurarnos de que los pagos sean justos, tanto como para quien consume, como para quien produce. Muchas veces los productos industrializados están hechos por “mano de obra barata”, pero en realidad, el trabajo que esa mano de obra realiza les cuesta mucho en esfuerzo físico, mental y emocional. Apostemos por comprar directamente a los productores y pagarles lo que se merecen.

Esto es lo que tú puedes hacer para practicar un consumo responsable fácilmente

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Hablando de precio justo, lo primero que tienes que hacer es asegurarte de estar pagando por lo que compras. Son muchos los lugares y comercios en donde se te ofrecen productos a precios muy elevados y en realidad están hechos con materias primas baratas, malas para tu salud y para el medio ambiente, posiblemente producidos por gente que gana el salario mínimo. Un ejemplo cotidiano son los alimentos en los cines comerciales. No deberías nunca pagar más de lo que cuesta lo que estás comprando, sin dejar de lado, claro, el esfuerzo que realizan los productores.

Por otro lado, asegúrate de entender bien a quién le estás comprando, cuando pagas por algo. Piensa que cada compra que haces, es una pequeña inversión que sostiene diversas formas de vida. Si compras un producto hecho con mano de obra infantil, sostienes que este acto exista. Si compras a una empresa que contamina el agua o se aprovecha de tierras que no le pertenecen, no sólo la estás justificando, también la estás financiando.

Lo más fácil (y bueno para el medio ambiente, la sociedad y la salud) es apostar por lo que se produce localmente, será más fácil contactar a la fuente de los bienes y servicios que compras y entender los procesos detrás de ellos. Busca a los agricultores y ganaderos locales, que trabajen de forma ecológica. Busca a los artesanos que están haciendo sustitutos a casi todo lo que compramos con materias orgánicas; desde ropa y accesorios, hasta productos de higiene y belleza.

No te olvides, además, no desperdiciar comida, tratar de tirar menos basura e intercambiar una compra contaminante por una acción equilibrada. Recuerda pensar bien si necesitas algo antes de comprarlo y compra local. Tal vez te pierdes de algunos caprichos, pero ganarás certeza sobre la forma en que estás mejorando las condiciones de vida de los que te rodean y del entorno.

Aprende aquí cómo distinguir a las empresas social y ambientalmente responsables y utiliza esta app para entender en manos de quiénes cae tu dinero cuando compras un producto, evitando seguir financiando a compañías con malas prácticas.

 

Esta nota fue originalmente publicada en ecoosfera.com