Chicleros de la selva de México y su relación con el árbol del chicozapote

Por Fulvio Eccardi

El chicozapote (Manilkara zapota), de donde se obtiene el chicle, es un árbol nativo de las selvas atlánticas de Nicaragua y del Gran Petén, que abarcan parte de la Península de Yucatán, Belice y Guatemala y que son, hoy día por su tamaño, la segunda área de selva perennifolia del continente americano, sólo después del Amazonas. El chicozapote es uno de los árboles más comunes de estas selvas, y en ciertas áreas se pueden contar hasta 30 por hectárea.

Contemplar a los “chicleros” acercarse al chicozapote, tocarlo, treparlo y hacerle los cortes en la corteza por los que escurrirá el látex, es abrir una ventana a una relación muy estrecha y antigua entre el hombre y la naturaleza. La labor del chiclero es dura y muchas  veces peligrosa. Trabajar en la selva durante la época de lluvias, que es temporada de cosecha del chicle, significa andar constantemente mojado y soportar sin descanso los piquetes de los mosquitos. En ocasiones, puede suceder que un machetazo mal colocado corte la soga a la cual los chicleros se aseguran y la caída provoque graves lesiones o aun la muerte. Con un filoso machete, con el cual van aplicando incisiones en forma de zigzag desde la base del tronco hasta sus primeras ramificaciones, estos hombres, acostumbrados a intensas jornadas de trabajo, se trepan a los árboles, que llegan a medir más de cuarenta metros de altura con diámetros superiores a un metro, con la simple ayuda de garfios en las botas y una soga atada alrededor de la cintura y sujeta al tronco del árbol. Por las incisiones practicadas, el látex irá escurriendo hasta depositarse en bolsas de henequén que fijan a la base del tronco.

Según el tamaño y las veces que haya sido “chicleado”, de un chicozapote se pueden extraer de 500 gramos a dos kilogramos de látex. Al finalizar el día se recolecta el látex de las bolsas, se filtra y se pone a hervir en pailas metálicas. Poco a poco el látex va perdiendo humedad y se torna pegajoso hasta que se cuece. Una vez frío, se coloca en moldes de madera recubiertos de jabón –que evita que se pegue– y se obtienen las marquetas de chicle. Después de ser chicleado, un árbol debe “descansar” entre cinco y ocho años.

En 2009 nació Chicza, la primera goma de mascar mexicana elaborada con chicle natural, está certificada como orgánica y es biodegradable. Se fabrica en Quintana Roo en la planta industrial de Chetumal que pertenece a las cooperativas chicleras agrupadas en la empresa social Consorcio Chiclero.

 

Chicle, un “invento” mexicano

por Fulvio Eccardi 

El chicle es muy presente en la cultura contemporánea pero pocos conocen sobre su uso en tiempos prehispánicos, de dónde se obtiene y cómo el hábito de mascarlo se difundió en todo el mundo.  

“Las causas porque las mujeres mascan el tzictli (chicle en nahuátln.d.r.) es para echar la reuma y también porque no les hieda la boca … y por aquello no sean desechadas.” -– nos relata Fray Bernardino de Sahagún en su Historia General de las Cosas de Nueva España – “… por la mayor parte suélenla mascar las muchachas y mozas que ya son adultas…pero no la mascan todas en público…sino en sus casas; y las que son públicas mujeres…en todas partes, en el tiánquez(se refiere a tianguis, n.d.r.) sonando las dentelladas, como castañetas. Los hombres también mascan el tzictli…empero hácenlo en secreto.”  Entonces, en la antigua Tenochtitlán para mascar el chicle existían reglas sociales que posiblemente venían de una tradición todavía más antigua.  

El hábito de mascar chicle se mantuvo en México de manera marginal a lo largo de los siglos de la colonia hasta que la demanda de chicle natural explotó alreredor de 1920 y alcanzó el máximo durante la Segunda Guerra Mundial. El gobierno de Estados Unidos lo clasificó como materia prima estratégica para sus militares que combatían al frente, éstos lo recibían en tabletas junto con sus raciones diarias de comida.  

Chicle es el látex que se cosecha del árbol de chicozapote, especie nativa de la Selva Maya de la península de Yucatán, del norte de Guatemala y de una porción de Belice. En los años cincuenta del siglo pasado se encontraron substitutos sintéticos, derivados del petróleo, que sustituyeron al chicle natural como materia prima para la elaboración de las gomas de mascar y por ello la actividad chiclera decayó drásticamente. 

Fue hasta 2002 que en México se conformó el Consorcio Chiclero donde hoy día trabajan 1500 chicleros afiliados a 32 cooperativas que producen alrededor de 90 toneladas anuales de chicle; de éstas transforman 50 toneladas en goma de mascar –certificada orgánica en su nueva planta industrial de grado farmacéutico ubicada en ChetumalQuintana Roo, que en breve obtendrá la certificación ISO 9001 (que es el estándar internacional de carácter certificable que regula los Sistemas de Gestión de la Calidad)La goma de mascar viene en presentaciones de 15 gramos, los sabores son menta, yerbabuenalimóncanela y frutos rojos.